En silencio ella todo lo ve. Todo lo sabe. El Búho es una maestra en guardar secretos, casi como un espía internacional.
El Búho tuvo una vida difícil, pero eso no quitó nunca la sonrisa ni la esperanza de su rostro. Conoció al Juez siendo muy joven y su amor hizo milagros. El Búho luchó toda su vida. Se ganó su lugar en una sociedad donde las mujeres no eran oídas. Creo un hogar, un legado y cientos de piezas artísticas.
El Búho no puede estar quieto, aún hoy al pasar los años y usar una silla para moverse no soporta la quietud.
El Búho ama fuerte. Sus manos irradian amor del más profundo. Irradia paz. Es la guardiana de las abejas. La protectora del pequeño gran panal.
De pequeña me resistía a congeniar con ella. Recorrimos gran parte del país juntas. A su lado hice mi primer vuelo en avión a mis once años.
El Búho siempre ha estado al servicio de quien lo necesite. Tal vez por eso ella y el Juez hicieron tan buen equipo.
Siempre sencilla, siempre calma. No recuerdo nunca haber escuchado levantar su voz. Ella inspira respeto con su sola presencia.
Ni siquiera el Juez se atrevió nunca a desafiar al Búho, o al menos no en público.
No puedo decir que el Búho sea mío, porque su esencia simplemente no lo permite. Ella es de todos un poco.
Siempre pensando primero en otros. Sus ojos reflejan su alma pura.
Es fácil conocer al Búho, si tan solo se detiene uno a mirarla unos instantes a los ojos.
A sus casi noventa años su mirada ya está cansada. Pero basta una pequeña visita sorpresa para que la chispa renazca.
Ella es transparente, calma.
Disfruto esta etapa de mi vida junto al Búho. Disfruto sentarme en la punta de la mesa y realizar el mismo ritual que realizaba el Juez, sólo para cebarle mates al Búho, quien permanece sentada a su derecha. Ella no dice nada, pero sé que se da cuenta de lo que hago.
Hablo mucho con el Búho. Con el correr de los años me he atrevido a hablar de más cosas aún con ella.
De pequeña pensaba que el Búho no me entendía. Y es que muchas veces lo comparaba con el Jacarandá. Pero con los años fuimos forjando un vínculo único y mágico.
Estar al lado del Búho es mágico. Sus historias remontan a tiempos de bigotes negros, trajes y vestidos coloridos, oírla hablar de sus andanzas con el Juez llena el alma.
El Búho es artista. Siempre lo fue. En cada casa de las abejas hay una obra de arte creada por ella. Vive el presente como si fuera el último día. Con una sonrisa y un agradecimiento en el alma que se contagia.
El Búho lo entiende todo, aún lo inentendible. Para ella el perdón forma parte de su ser.
Cree y se dedica a quien llaman Dios. Cada día se entrega a él y comparte su fe con las abejas.
Abraza cada logro de sus pequeños y reza por cada caída para que se levanten aún más fuertes.
El Búho sabe. Mucho más de lo que aparenta. No necesita demostrarle nada a nadie. Su nombre basta.
Madre, abuela, bisabuela. El Búho creó un gran panal. Y desde su silla los mira y cuida a todos, aunque las abejas aún piensen que son ellos quienes cuidan al Búho.
El Búho me ha visto llorar. Me abrazó cuando no dejaba que nadie lo hiciera. Con el Búho me siento libre de ser quien soy.
El Búho pinta sus labios de rojo. Sólo sus labios. No creo haberla visto nunca usar mayor maquillaje que ese. Ella no lo necesita.
Su semblante recto a pesar de los años acompaña su lento caminar. Siempre hacia adelante.
El Búho se siente orgulloso, y no es para menos. Junto al Juez construyeron juntos un legado que trasciende fronteras físicas.
Las mosqueteras hemos creado un vínculo único con el Búho. Creo que es una de nuestras habilidades. Podemos hacer que el Búho hable de las cosas más profundas. Nuestras charlas pasan de lágrimas de recuerdos a carcajadas en tan sólo un instante. El Búho disfruta del silencio, de la soledad aparente. Aunque ella reconoce que nunca está sola. Siempre siente al Juez a su lado.
Nunca pensé que podría amar tanto al Búho. Y es que su fortaleza me inspira. Sus ganas de vivir, de aprender cosas nuevas son más grandes que su avanzada edad, que al fin y al cabo por estos tiempos ya no es tanta.
El Búho vigila, cuida, protege pero por sobre todo escucha con el alma entera.
El Búho es sostén. Es unión. Es amor, paciencia y compasión.